jueves, 10 de septiembre de 2009

Puerto de la Cruz Verde.

Paraísos de Madrid no se aleja mucho en el espacio de la última entrada de esta sección, la de El Escorial, para animar a los lectores a la visita a otro de los lugares privilegiados de la Comunidad, el entorno natural del Puerto de la Cruz Verde, en el ramal occidental de la sierra de Guadarrama.
El Puerto de la Cruz Verde es un collado situado por encima de los 1200 m de altitud, constituido en paso de montaña y limitado a ambos lados por las elevaciones de Las Machotas, Alta y Chica, y el cerro San Benito. Al parecer eran las laderas de Las Machotas el lugar elegido por Felipe II para la construcción del Monasterio antes de su ubicación definitiva al pie del monte Abantos.
Permite la comunicación de San Lorenzo de El Escorial con Robledo de Chavela, y desde ahí a la encrucijada de caminos que llevan a Santa Mª de la Alameda y Navas del Rey, o hacia San Martín de Valdeiglesias y desde allí a Toledo o a Ávila.
Puerto hasta hace poco, y aún hoy, muy concurrido por los aficionados a las motos, alguno de cuyos integrantes suponen, debido a su conducción poco ortodoxa, un peligro en ocasiones para la circulación. Dotado también de la correspondiente leyenda, la de la “conocida” Dama de la Cruz Verde, mujer fantasmagórica que dicen se aparece a los automovilistas que circulan por allí. Cabe pensar que debe estar ocupada en otros menesteres por lo poco que se desplaza últimamente por el puerto.

El medio físico está constituido por alineaciones montañosas de rocas plutónicas que forman el eje de Guadarrama, separadas en ocasiones por fracturas que delimitan otros conjuntos elevados aislados como Las Machotas. De composición granítica, derivan de magmas intruidos y consolidados entre otras series rocosas de génesis metamórfica, todo ello durante el periodo de tiempo paleozoico, reactivadas después por la orogenia Alpina, apareciendo posteriormente en superficie gracias a la erosión diferencial. En conjunto se erigieron en el recurso básico canterable con el que se construyó no solo el Monasterio de El Escorial, sino otros muchos monumentos de la Comunidad de Madrid.
Las características climáticas de la zona junto con las litológicas y estructurales de las rocas, condicionan una morfología peculiar, destacando la disgregación en bolos, algunos de ellos tan peculiares que adquieren nombres propios en la toponimia local gracias a la imaginación popular, caso de La Bola, el Gigante Mudo o el Pico del Fraile, denominación dada también a la Machota Alta. Visibles son también los canchales en las zonas de mayor altitud. En las inmediaciones del Puerto de la Cruz Verde nacen múltiples arroyos que acaban por desembocar en el Alberche, a cuya cuenca hidrográfica pertenece el paraje.
La topografía es la responsable de las variaciones en altitud de las condiciones ambientales, lo que condiciona la gradación de la vegetación a medida que se asciende en altura. Desde los encinares, (Quercus ilex), los espectaculares castañares, (Castanea sativa) y los fresnos, (Fraxinus angustifolia), ambos del nivel estratificado vegetal más bajo, hasta el matorral de montaña y piornal de la zona más alta, pasando por los enebrales y pinares autóctonos y de repoblación, de pino silvestre o albar, (Pinus sylvestris). Dentro de la vegetación hay que destacar también la cohorte de arbustos que forman el sotobosque y entre los que destacan: el cantueso, la jara pringosa, o el rosal silvestre.

El reino de los hongos también está presente para delicia del caminante aficionado a su búsqueda, destacando por su abundancia la oronja, el boleto negro, el níscalo o el falo hediondo. La fauna es la característica de las zonas boscosas, con amplia representación de aves, como los jilgueros, carboneros y cárabos; los reptiles, como la lagartija colilarga, e incluso, los mamíferos mustélidos.
El conjunto elegido hoy forma parte del Territorio Histórico de "El Escorial: Monasterio, Sitio y Entorno Natural y Cultural", un Bien de Interés Cultural según la catalogación que de él hace la Comunidad de Madrid, y que Siringa recomienda visitar como siempre, con la debida prudencia que permita su conservación en las mejores condiciones ambientales.